El futuro de la Copa Davis: una opinión

By on 21 enero, 2014

Cuando tres jugadores y capitanes de Copa Davis del renombre de Alex Corretja, Jim Courier y Patrick Rafter, representantes de tres potencias históricas del torneo de la Ensaladera, se unen para presentar una propuesta sobre la competición, podemos dar por seguro que su interés es, precisamente, la mejora de la misma. No ya su desarrollo y consolidación, sino dar un paso al frente porque en el deporte, detenerse es retroceder. La tendencia que defienden es conocida y, de hecho, lleva tiempo debatiéndose: que la Copa Davis cambie de formato y se convierta en un torneo anual o bianual en sede única. El objetivo, descargar el calendario e, indirectamente, promover la participación de los mejores jugadores, los líderes del circuito, que con demasiada frecuencia, es verdad, faltan de la Copa Davis.

El objetivo, como se ve, es loable y constructivo. Pero del mismo modo que ellos, movidos por su afán de hacer progresar el tenis y reforzar la competición proponen esta idea, creo que podemos, desde aquí, argumentar por qué la misma podría tener más efectos negativos que positivos, aún en el caso de que consiguiera efectivamente que las estrellas no falten nunca en la centenaria competición de la Ensaladera. Desde luego, lo primero que se iba a conseguir es, si a lo que se aspira es a sustituir un torneo por otro, es cargarse la Copa Davis, porque esta nueva cita no sería la misma competición: sería otra cosa, pues su concepto sería totalmente diferente.

La Copa Davis ha experimentado evidentes cambios a lo largo de su centenaria historia pero siempre se mantuvo constante un elemento: hay un equipo local, un jugador local, en suma, y un visitante. Y ahí, más que en ninguna otra cosa, reside el éxito de la competición: que en un deporte en el que la situación normal es que unos participantes individuales compitan en pistas neutrales, el público encuentra la ocasión de vincularse directamente con un jugador, y de sentir que juega directamente por él, por su país, más que por sí mismo, transmitiendo pasión ?ciertamente, a veces excesiva- a lo que normalmente es un goce estético.

CopaDavisEspaña

Equipo español de Copa Davis de 2011


Dicho de otro modo, la Copa Davis es la cantera del público del tenis, pues congrega no solamente al aficionado al mismo, sino también a otros. Por eso en la mayoría de los torneos, en las primeras rondas, se ven gradas vacías incluso en los partidos estelares, y en la Copa Davis nunca. El propio Manolo Santana, el creador del tenis español, nos confirma esta evidencia al señalar que cuando ganó Roland Garros, en 1961, nadie fue a recibirle al aeropuerto pese a que los medios de comunicación habían amplificado y narrado la magnitud del éxito: no fue hasta que llegaron los éxitos en la Copa Davis que empezó a ser famoso y el tenis un deporte de masas. Ciertamente, España, el tenis y el mundo han cambiado desde entonces, pero retiremos al gran público la ocasión de ver a sus jugadores de cerca, jugando por un equipo del que también forma parte la afición que ha comprado su entrada, y estoy por apostar que las consecuencias no serían positivas. En España, actualmente, tenemos tres torneos de tenis masculinos de gran nivel, y uno femenino, y somos uno de los países mejor servidos en este aspecto. Llevemos la situación a los demás, y veremos que el efecto de eliminar las eliminatorias de Copa Davis podría ser, incluso, mayor.

La idea de jugar la competición en sede única supone, además, que se cuenta con que entonces los Nadal, Federer, Djokovic y compañía, y quienes les sucedan con el paso de los años, jugarán. Bien. Pero el caso es que la Copa Federación, la competición equivalente a la Copa Davis en el tenis femenino sí se jugó, desde su creación hasta 1996, en concentración y sede única. Y ni jugaban siempre las líderes, ni los llenos eran absolutos -sin entrar en atractivos para la televisión-. Los tres últimos años se jugaron en Frankfurt, Alemania, en los grandes tiempos de Steffi Graf y Anke Huber. Cuando las germanas no jugaban, las pistas estaban semidesiertas aunque en ellas estuvieran Arantxa y Conchita, que sí jugaban. Y el año que ni siquiera Graf fue de la partida, el aspecto del Waldstadion era desolador. Yo lo vi. Fue después de que la Fed Cup adoptara el formato de la Copa Davis cuando inició su despegue.

Podría argüirse de que eso se solucionaría eligiendo una sede adecuada, quizá en una Asia ansiosa de grandes eventos, o un Golfo Pérsico en el que el das una patada y sale un millón, pero eso supone, de nuevo, señalar que nos hemos cargado la Copa Davis porque si atendemos al formato ¿Cuántos equipos juegan? ¿Qué equipos juegan? ¿se seleccionan por rankings individuales? ¿Se da entrada al anfitrión? ¿Hay ascensos y descensos? Porque la Copa Davis no es solo el grupo mundial e incluso el Mundial de fútbol, que se juega una vez cada cuatro años, tiene unas fases previas que abarcan dos más.

Foto equipo Republica Checa campeona Davis

Republica Checa actual campeona de la Copa Davis


Además, ¿es tan importante para la Copa Davis que jueguen o no los mejores jugadores de cada equipo? Evidentemente, si un país tiene un gran jugador y éste no está presente en los encuentros, su equipo sale perjudicado. Pero si, a cambio, se cuenta con un buen bloque, es decir, con un equipo, la situación puede en parte compensarse. Creo que todos recordamos aún la final de la Copa Davis 2008, en la que nuestro número uno no estuvo con el equipo español, pero igualmente se logró el triunfo, y tanto España como Argentina se paralizaron viendo el duelo entre Acasuso y Verdasco.

Se dirá que si el choque decisivo hubiera sido Nadal-Federer o Djokovic-Murray lo que se hubiera paralizado sería el mundo, pero tampoco está tan claro: la final del Mundial de fútbol entre España y Holanda fue un hecho histórico en los países contendientes. En Alemania, Argentina, Brasil, Italia o Rusia tuvo buena audiencia, pero nada más. Quien sigue la Copa Davis sabe que ha habido muchos grandes del tenis que no han digerido las circunstancias especiales de la competición y que, a cambio, ha habido otros que en el circuito no salen de la segunda fila que se han convertido en héroes. La fuerza de la Copa Davis, lo que la ha hecho triunfar, es que quienes ganan y pierden son España, Argentina, Alemania, Estados Unidos, Serbia o Australia. Más que Nadal, Del Potro, Kiefer, Querrey, Djokovic o Tomic.

Queda el hecho del calendario: está, para los líderes, muy cargado. Cierto. Y antes de que se redujera en un mes la competición ATP, dejando libres noviembre y diciembre, aún lo estaba más. Ciertamente, la ITF, si bien a nivel de élite sólo controla en parte los Grand Slams y totalmente la Copa Davis, debería hacer algún esfuerzo, pero precisamente por ese escaso peso numérico que tiene su capacidad de maniobra es más limitada. Es posible que una presión coordinada sobre la ATP en el sentido de permitir a los tenistas que elijan su propio calendario sin estar sometidos a los mínimos de participación impuesta pueda tener más efecto que cargar contra la competición de la Ensaladera, pero cosa de los tenistas es valorarlo. Esto, simplemente, es una opinión.

En esos dos meses de competición que quedan libres, por cierto, se podría quizá disputar otra competición de la que últimamente se habla, que sería una suerte de liga por equipos en Asia, y también con los líderes de ambos circuitos en liza, y muy bien pagados. Evidentemente, esta competición también cargaría el calendario, pero habría que esperar a que se concrete más antes de valorarla. Señalemos, no obstante, que aunque las estructuras del deporte parecen muy sólidas el dinero todo lo puede y como dice una sentencia bastante cínica pero no totalmente falsa, los contratos existen para ser renegociados. La ATP y la ITF parecen dos instituciones firmes y sólidas, pero quizá debieran empezar a prestar atención a movimientos a sus espaldas.

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