Se fue José María Eraña, queda su elegante sencillez

By on 11 noviembre, 2023


por Goyo Ybort

Ha llegado un adiós tan doloroso como prematuro: a causa de una enfermedad irreversible, José María Eraña ha partido.
He de recurrir al tópico, y sentimiento cierto, de que jamás habría imaginado llegar a redactar la noticia de la marcha de un tipo tan especial como Eraña.


José o Chema Eraña, tristemente, ha dejado demasiado pronto de iluminar una pista de tenis. Miembro de una familia paradigma del deporte de la raqueta, que también sigue derrochando estilo con sencillez, por la que siente especial afecto, desde siempre, nuestro querido Zubi.
José fue destacado tenista con título nacional individual en la última década del siglo XX y gran jugador por equipos en su querido Club de Campo Villa de Madrid, y no sólo de tenis, también de pádel.
Ejerciendo labor de deportista por conjuntos, igualmente, encontró recompensa con cetro nacional. Por fortuna, al último, un servidor pudo asistir en directo sobre la tierra batida de la propia entidad a la orilla del Manzanares, en noviembre de 2022.


Tuve la enorme suerte de que un amigo común, José Antonio Gómez Vallejo -periodista como yo-, me presentara a Chema, hace justo treinta años y medio, con el fin de que yo hiciera mis primeros pinitos con una raqueta en la mano. Y, desde aquel día, curiosamente también a la orilla del Manzanares, conservo intactos los recuerdos de a quien le debo el placer de liftar la pelota y, por supuesto, de mi pasión por la práctica del tenis.


Por desgracia, pese a la insistencia de Eraña, jamás he sido capaz de poner en juego el saque liftado, y se lo debo.
José exhibía, desde luego, calidad técnica dentro del rectángulo de juego, pero, más aún, su saber estar, su buen humor, su elegancia y ese carisma sin par que, por ejemplo, provocó que le invitáramos en 1996 a nuestro torneo popular benéfico en Robledo de Chavela (Madrid).
Acudió, lo jugó y lo ganó. Es más, triunfó en las dos ediciones del abierto estival ante Óscar Lorenzo (1996) y José Luis Villuendas (1997), siendo ganador de la final por el tercer puesto, también ante ‘Villu’, en la de 1988.
Disputó, igualmente, la versión masters invernal, venciendo en 1996 al propio Gómez Vallejo, y a Raúl Benito y Ángel Cupeiro en 1997 y 1999, respectivamente.
Y con aquellas participaciones se reprodujo la historia: la fina y elegante esencia de su persona cautivó a decenas de amigos que, mucho más allá de su sólido juego, quisieron sentir de cerca al Eraña natural sin raqueta. Así lo prueban preciosas frases que algunos de ellos le dedicaron hace unos días, recordando detalles suyos de hacía más de un cuarto de siglo.
Afortunadamente, en el otoño de 2015, volvimos a coincidir en una pista, para jugar el Torneo de Tenis Histórico Espacio Herrería con raquetas de madera en San Lorenzo de El Escorial, y de nuevo el rectángulo de juego relució cuando hizo su entrada. Y quienes no le conocían de cerca, también quedaron deslumbrados.
Tan duro y aguerrido en el deporte. Tan eficiente por las bandas, de derecha y con ese firme revés. Tan amable y cordial.
Más allá de su tenis, su saber estar, su exhibición de valores y su incuestionable carisma nos contagió, nos embriagó, nos condujo a quererle.
Como dice una de las estrofas del txuri-urdin, himno de su Real Sociedad de San Sebastián: Beti, beti, maite, maite, maitea, es decir, siempre, siempre, querido.
Hoy sólo nos resta desear de corazón que allá, donde haya ido a hacer equipo, a hacer el bien, pueda brillar como lo hizo sobre la tierra, batida y sin batir.
¡Hasta siempre, amigo!

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