Open Australia. Campeones sin brillo

By on 6 febrero, 2015
Serena campeona con trofeo

Serena campeona con trofeo

Deben ser por las ganas que todos teníamos de que empezara el Open de Australia que, pasara lo que pasara en Las Antípodas, nuestras expectativas sobre el primer Grand Slam del año tenían escasas posibilidades de cubrirse. Así fue cómo, transcurrido enero en el calendario y con Novak Djokovic conquistando una de las cuatro grandes plazas del circuito, la sensación en el espectador fue tan entusiasta como la de un entierro. Un certamen donde faltaron sorpresas al principio, igualdad entre medias y emoción al final. Quince días donde ni el mejor de los escenarios pudo hacer brillar a los jugadores más sobresalientes del planeta. Un desengaño en toda regla.

De todo este chasco, al final tenía que salir un campeón. Ese fue, cómo no, Novak Djokovic. El serbio volvió a dejar constancia de su condición de número uno del mundo, esa que le hace ser el mejor cuando está bien y cuando no, también. Al oriundo de Belgrado no le hizo falta, ni mucho menos, desplegar su versión titular sobre el plexicushion de Melbourne ya que ninguno de sus oponentes buscó los límites del balcánico exceptuando a un Andy Murray que se acabó derrumbando en la cita definitiva. Dos primeros sets, donde hubieron más bostezos que aplausos, terminaron por conducir a ‘Nole’ hacia su quinto entorchado Norman Brookes y obligando al británico a abrazar su cuarta bandeja de plata en Oceanía bajo los 15.000 presentes de la Rod Laver Arena. El guión que todos esperábamos se cumplió sin regalarnos ni una sola modificación.

Federer-Seppi australia

Federer-Seppi

Antes, mucho antes de que entraran en juego los títulos, el resto de candidatos fueron tirándose del barco por diferentes motivos. El primero fue Roger Federer, dispuesto a demostrar que su objetivo no solo es seguir disputando Grand Slams, sino ganarlos. Mal momento para pronunciar esas palabras. Un mal día en la oficina empujó al suizo hacia las redes del italiano Seppi, dibujando su primera derrota ante él en once encuentros. Tan inaudito como inesperado. Una semana después, llegó el turno de Rafael Nadal quien, tras sobrevivir en segunda ronda ante Smyczek, parecía haber recuperado la senda del buen juego con todos los automatismos a punto. Estábamos equivocados. Sus siguientes victorias solo fueron un espejismo, el que deshizo Tomas Berdych a base de fe en los cuartos de final. Desde el fondo de la pista, territorio privativo del balear, el checo desenfundó su espada y dio la campanada en Australia derrotando al vigente subcampeón. Parecía que todos se habían puesto de acuerdo para que Novak sonriera el domingo.

Pero no solo naufragó la primera línea, también la segunda. Ni rastro de los Nishikori, Raonic o Dimitrov, inclinados fácilmente en sus partidos clave hacia la gloria, esos puntos de inflexión donde una amenaza real mide tu grado de ambición. Japonés, canadiense y búlgaro salieron por la puerta de atrás aparcando el famoso leitmotiv del «relevo» para otra ocasión. Quien sí avivó el debate del cambio generacional fue Nick Kyrgios, la mejor noticia durante las dos semanas de competición. Un joven de 19 años que actúa con la experiencia de uno de 29. Solo su descaro ya hace temblar al más sereno, anunciando en cada golpe sus prisas por convertirse en el dueño de la clasificación. Hacen faltan chicos así. Pero como todo sueño adolescente, las campanas sonaron para evaporar la ilusión en realidad, dando paso a unas semifinales apáticas -ni siquiera un Djokovic contra Wawrinka a cinco sets ofreció el nivel esperado- y una contienda con la copa en juego donde el objetivo era pasar las máximas bolas posibles al campo contrario.

Muguruza australia

Muguruza

En el cuadro femenino la espectacularidad también brilló por su ausencia. Todo empezó con un descalabro de cabezas de serie en primera ronda que de nuevo confirma el desequilibrio que existe dentro del circuito WTA, en el que solamente un puñado de jugadoras registran un balance notable durante toda la temporada. En esa estampida de derrotas se hallaba Carla Suárez, sorprendida ante una jugadora ante la que nunca había cruzado su espada. Un trago demasiado amargo para los que esperábamos la mejor temporada de la canaria. La que no se dejó amedrentar por ninguna fue, para variar, Serena Williams, quien despachó a la aspirante al trono (Garbiñe), a la revelación del torneo (Keys) y a su máxima competidora en las alturas (Sharapova) para levantar un Grand Slam dieciséis años después del primero. La pantera negra sigue mordiendo con 33 primaveras y seguirá ampliando su cacería si el resto del elenco no espabila.

En cuanto a los españoles, nos quedamos con la enésima lección de superación de Feliciano, con la digna despedida de Verdasco ante el que luego sería el campeón, con la fantasía de Guillermo García López alcanzando por primera vez una cuarta ronda aquí, con la venganza de Ferrer ante Simon tras lo ocurrido en el pasado Us Open, y con la esperanza de que Rafa Nadal, pese a no estar al 100%, pueda firmar unos cuartos de final. Y como no, también nos quedamos con Garbiñe Muguruza que, tras tener de nuevo contra las cuerdas a la menos de las Williams, evidenció que lo único que le queda para reinar es tiempo. Todo esto y mucho más nos dejó la resaca de un Open de Australia que no pasará a la historia por su alto nivel de tenis. Esperemos que Roland Garros nos devuelva la deuda y recupere toda la grandeza de los Grand Slams.

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