Los tentáculos de los amaños llegan al tenis

By on 13 junio, 2014

Las trampas están a la orden del día en todos los ámbitos de nuestra vida y el deporte no iba a ser una excepción. Desde atletas consagrados como el estadounidense Ben Johnson, ciclistas como Pantani o Armstrong, boxeadores como el americano James Toney, hasta el más sonado y reciente caso del jugador del Granada Dani Benítez, que dio positivo recientemente por cocaína. Pero hacer trampas en el deporte no significa necesariamente doparse para conseguir una ventaja física sobre el adversario y ganarle; sino que en muchos casos el objetivo es el contrario, perder. Es en este punto donde entran las apuestas ilegales.

El amaño como método de supervivencia

Esta práctica tan habitual en países anglosajones como Inglaterra –las apuestas legales- se ha hecho muy popular en el mundo del tenis, un deporte donde la desigualdad entre los primeros “espadas” y el resto es tremendamente significante y donde el reparto de la “tarta” es enormemente desigual. Hay tenistas que pueden costearse vuelos, estancias en hoteles, viajes en jet privado (el suizo Roger Federer es asiduo a este tipo de servicios aéreos), entrenadores y el mejor material de entrenamiento inimaginable. Los hay incluso que juegan a este deporte poco menos que por placer. Es el caso del letón Ernests Gulbis, que viaja en un avión privado por todo el mundo gracias a la fortuna de su padre Ainars –un millonario empresario del petróleo – y que nunca necesitó de este deporte para vivir. Sin embargo, la cruda realidad de este deporte es que la mayoría de los tenistas son unos “jornaleros” de la raqueta que se “sacan” la sangre de las venas para poder llegar a fin de mes y que viajan a muchos torneos en furgonetas para ahorrar gastos.

Es el caso de Guillermo Olaso, tenista bilbaíno de 25 años que llegó a ocupar el puesto número 167 del escalafón mundial pero a que día de hoy se encuentra en torno al puesto 320 del mundo y sancionado por apuestas ilegales. Las apuestas ilegales comenzaron a aflorar en el tenis al darse cuenta muchos de que había una “cara B” en la que los ingresos son muy bajos (circuito Challenger o Futures) y el ritmo de gasto del deporte se mantiene altísimo. Es el caso de los jugadores con peor ranking y que disputan estos circuitos de menor categoría, ambos para tenistas situados en torno al 100 del mundo y que no tienen ranking suficiente para acceder a los torneos 250 o 500, ni que decir tiene a los Masters 1000.

El sistema es bien fácil. Un jugador con mejor ranking se deja perder un set o finge una lesión ante un jugador “inferior”, momento en el que en las casas de apuestas –con acceso directo a los marcadores en directo de la ITF- se apuesta por el jugador que va perdiendo grandes cantidades de dinero (a sabiendas de que va a remontar) que en muchos casos suelen ser llamativas. De este modo, cuando se consuma el “engaño” y el jugador remonta, éste percibe de las mafias que apuestan una cantidad que suele oscilar entre los 10.000 y los 50.000 dólares; cantidades más que suficientes para costear durante una temporada todos los gastos de un jugador de estas características.

Un ritmo de vida alejado de la competición

Guillermo Olaso de la Rica siempre llevó un ritmo de vida alejado de la competición, algo que le ha llevado, según muchos compañeros de profesión, a caer en estas redes mafiosas de amaño de partidos. Además, desde abril del 2013, Guillermo dejó a su entrenador Tommy Arias y presumía de no necesitar entrenador. Incluso en su cuenta de Twitter renegaba de la vida del deportista de élite y de los supuestos “mimos” que debe seguir un deportista de esta condición. Siguiendo las investigaciones de la Unidad por la Integridad del Tenis (TIU, en sus siglas en inglés), hasta 11 de los 70 partidos que disputó el Bilbaíno en los circuitos Challenger y Futures resultaban sospechosos de amaño según el criterio que manejaba su propia defensa, la prestigiosa firma “Tebas & Coiduras”, propiedad del presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas.

En lo estrictamente deportivo, Guillermo no ha sido capaz de ganar hasta la fecha ningún título ATP, salvo un Challenger y diez torneos Futures de menor importancia. En el Conde de Godó de 2013 consiguió llegar a una meritoria segunda ronda, cayendo en la misma ante el japonés Kei Nishikori.

Cinco años de sanción y 25.000 dólares de multa

Esta fue la sanción que el Tribunal por la Integridad del Tenis le impuso al tenista bilbaíno el 23 de diciembre del pasado 2013 por violar el programa anticorrupción que establece la organización competente. Olaso incumplió tres de los artículos de esta organización que vela por el juego limpio: tratar de alterar el resultado normal de un evento deportivo, no comunicar inmediatamente al organismo cualquier oferta económica o de cualquier tipo que se le hubiera ofrecido con el objetivo de alterar el resultado normal del partido y, finalmente, no comunicar al Tribunal por la Integridad la intención de un tercero de obtener información privilegiada sobre el partido. Aunque pueda parecer una sanción severa, el último año y medio puede quedarse en suspenso si el tenista asiste a un curso de rehabilitación y educación anticorrupción, ha pagado en el acto la multa económica y no vuelve a cometer ninguna infracción de este tipo.

El de Guillermo Olaso no es el único caso de este tipo. Tenistas como el ruso Nikolay Davydenko o el serbio David Savic –que fue suspendido para la práctica del tenis de por vida- han sido investigados por esta organización por actuaciones sospechosas durante determinados partidos. El caso más controvertido fue el que protagonizó el austriaco Daniel Koellerer en el año 2011, jugador que amañó hasta tres partidos, lo que le supuso, también, una sanción de por vida por parte de la TIU.

 

Firma invitada: Antonio Ramón Millán

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