El rompecabezas de Clément

By on 26 noviembre, 2014
arnaud clement

Arnaud Clément capitán francés

La plantilla más equilibrada del mundo no fue capaz de conquistar la Copa Davis. Como en la época del Real Madrid Galáctico, en la que muchos nombres no significaron garantía de éxito, esta vez ha sido Arnaud Clément el que no ha sabido confeccionar un equipo campeón, pese a contar con todos los ingredientes para ello. Un estadio a su elección, una superficie de su gusto, el apoyo del mayor aforo nunca visto en una pista de tenis y un equipo conformado por una generación irrepetible: un líder con esencia de top-10 como Jo-Wilfried Tsonga, tres escuderos perfectamente capacitados como Gael Monfils, Gilles Simon y Richard Gasquet y, por último, un dobles consolidado como Julien Benneteau y Edouard Roger-Vasselin para el sábado, con hasta la opción de echar mano de otro clásico en la modalidad como Michael Llodra. Además de esto, una semana más de adaptación que sus rivales y quince días de descanso para sus integrantes, los cuales dieron la espalda a la gira indoor para centrarse en levantar la Ensaladera. Entonces, ¿qué falló?

Sólo pueden ir cinco, uno en calidad de reserva. Tsonga parecía fijo por historial, cualidades y personalidad, al igual que Monfils, uno de esos jugadores que se crecen y se transforman en calderas donde arde el fuego patrio. Dos decisiones que cualquier aficionado hubiese tomado sin dudarlo, a partir de aquí, el resto del elenco quedaba en manos de la jerarquía del capitán. La respuesta de Arnaud fue prescindir de Roger-Vasselin, el 50% de la mejor dupla francesa actual, y de Simon, quien había cosechado sus mejores resultados en los últimos dos meses de competición. Como recambio, Clement situó a Benneteau para asegurar la presencia de un doblista experimentado y de Gasquet. El de Beziers, que acudía al reto como última pieza del rompecabezas, no sabía la que se le venía encima.

Ambiente en las gradas copa davis francia

Ambiente en las gradas


De ocupar un papel de relleno a vestirse de protagonista. Un hombre que empezó la temporada como novena raqueta mundial y la ha terminado como vigésimo sexta, alguien que sumaba un solo triunfo ante el top-10 en todo el curso o el único francés de todos los disponibles sin títulos esta temporada y con peor ranking de antemano. Son sólo algunos datos del pupilo de Sergi Bruguera. Su registro en tierra batida durante el curso indicaba cuatro victorias, además de una nefasta actuación en todos los Grand Slams, donde no pasó de la primera semana en ninguno. «Pero ganó la medalla de bronce con Benneteau», decían los más entusiastas. Se les olvidaba que en Copa Davis simbolizaban una pareja inédita. Visto cómo vino y visto cómo se fue, solo podemos decir que la carrera profesional de Richard Gasquet ha dado un paso atrás. Entonces, ¿qué carajo hacía en Lille?

Solamente la cabeza de Arnaud Clément lo sabe. Si su idea era sacarse un comodín en caso de lesión de uno de los individuales, entonces acertó. Tsonga transformó los silbidos en dolores y sacó bandera blanca, olvidándose del rojo y del azul que dibujaban las casi 28.000 personas allí presentes. Al ruedo Gasquet que, tras hacernos añorar a Roger-Vasselin el día anterior, ahora nos haría recordar a un Monfils, un Simon o hasta el propio Benneteau. Cualquiera hubiera sembrado mejores semillas a una Davis que, inevitablemente, ya había echado raíces bajo las vitrinas suizas. Atrás quedaba la tunda a los vigentes bicampeones en semifinales, donde todo el mundo puso su granito de arena para despedir a Berdych y Stepanek. Insuficiente ante Suiza. Federer y Wawrinka actuaron como número dos y cuatro del mundo y elevaron a su nación a un cielo jamás habitado.

En un contexto futbolístico, como el campo en el que se hallaban, Stan hizo la jugada y Roger metió el gol. Al otro lado del ring, con ‘Alí’ derrotado y los albornoces sin estrenar, la tropa francesa hizo alarde de su fama de perdedores y visitaron una temporada más su acreditado purgatorio. Esta vez, ellos se lo buscaron.

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