Dinero y tenis, nunca alejados.

By on 4 octubre, 2013
Stakhovsky Sergey 2011 Stuttgart

Sergey Stakhovsky

Dinero y tenis nunca han estado alejados. Ni en sus primeros tiempos, cuando la modalidad era un deporte exclusivamente para clases privilegiadas, ni cuando se democratizó con el profesionalismo.

Tanto ATP como WTA, sus organizaciones rectoras, publicaron escrupulosamente y desde el primer día la lista de ganancias de sus integrantes. Las oficiales, se entiende.

Sin embargo, en los últimos tiempos y coincidiendo con el enrarecimiento general del ambiente económico, la relación de tenis y dinero ha dado lugar a varios debates. Algunos populares, porque afectan al liderazgo del deporte, y otros más ocultos, pero si cabe más importantes. Vamos a ellos.



  • A) En un contexto en el que parece que la riada de millones que cae sobre el tenis no se ve afectada por la crisis (ATP y WTA no han experimentado descensos apreciables en los premios de sus torneos. E incluso citas como Wimbledon, US Open y ahora Open de Australia lo han incrementado), los torneos menores, en los que los futuros líderes realizan su formación y ganan los puntos que da paso a torneos de mayor fuste, sí están sufriendo el azote de la ‘austeridad’.

    Casi todos los ITF siguen anclados en dotaciones de 10.000 a 25.000 dólares mientras los ‘challengers’ ATP se estancan y entre las mujeres no se consolidan torneos de nivel intermedio, fuera de algunos ITF de 125.000. Esto es especialmente relevante para el relevo del tenis, puesto que supone que prácticamente todos los participantes en estos circuitos pierden dinero con su participación y que es extremadamente difícil realizar una progresión sostenida: los premios son escasos, los gastos fijos sí aumentan y, a estos niveles en los muchas veces se juega sin público, los patrocinadores son escasos.

    El jugador excepcional no verá en esto demasiado problema porque será poco el tiempo que pase en estas categorías, pero al ‘normal’ se le hace difícil mantener el nivel de inversión durante el tiempo suficiente como para ‘llegar’. En España el problema si cabe es más peliagudo porque el amplio calendario existente de estas categorías, que ha sido una de las razones que han puesto a nuestro tenis a la cabeza del mundo al permitir a los talentos progresar con relativamente poco coste, está reduciéndose sensiblemente al ritmo de los problemas económicos. Quizá los problemas de relevo que pueden apreciarse en el tenis español y el mundial tengan algo que ver con esta circunstancia. Los tenistas empiezan a levantar la voz al respecto. Merecen apoyo.


  • B) El segundo es el tan traído y llevado asunto sobre si hombres y mujeres deben cobrar lo mismo en torneos ‘mixtos’, sobre todo en los Grand Slam. Es un debate recurrente que suele ser traído a colación por tenistas de segunda línea como Stakhovsky, el último en señalarlo.

    Los argumentos suelen llevarse poco de uno a otros: que ellos juegan más que ellas –al mejor de cinco sets en vez de a tres- y que el impacto en el público de ‘ellos’ es superior. Ambas cosas tienen poca base. El argumento principal es el de la repercusión, porque el tenis no se vende por kilos ni minutos, y un buen partido a tres sets es mejor que un tostón a cinco. Y la repercusión suele ser circunstancial.

    En el caso español, el tenis masculino va hoy en día por delante del femenino, pero quienes recordamos los tiempos de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, pudimos constatar que entonces era al revés y que el ‘impacto’ nacional e internacional de Emilio Sánchez Vicario, Jordi Arrese o Tomás Carbonell iba por detrás del de las chicas.

    En la actualidad es cierto que la irregularidad que manda en el circuito femenino hace que el masculino despierte más interés, pero aún así Serena Wiliams, Sharapova o Azarenka despiertan más interés general –no entro en sus países- que Berdych, Tsonga o Haas y compiten con Nadal, Djokovic o Federer, que no es excluyente que te guste más uno u otro. Y espectadores, televisiones y sponsors pagan en función de ello. No entramos en las comparaciones entre integrantes del mismo circuito, porque entonces podríamos hablar en términos de ‘bolsa’ como los boxeadores’, y decir los líderes que de los premios correspondientes a una segunda ronda por ejemplo, ellos deban cobrar un 80% y Stakhovsky, por ejemplo, un 20.

Así que tenemos un debate folklórico y otro de más calado. El primero, la ‘batalla de los sexos’ seguramente perdurará mientras exista el tenis profesional, pero del segundo, el del tenis para pobres o ricos, depende el futuro del mismo tenis.

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